miércoles, 6 de diciembre de 2017

7 de diciembre - doble cumpleaños

Mañana es siete de diciembre y cumplen 13 y 3 años respectivamente, el mediano y la pequeña de la casa.

Ya he contado sus nacimientos otros años, así que aunque es algo que me encanta recordar cuando llega el cumple, hoy me voy a abstener de plasmarlo de nuevo aquí. He ido ha curiosear la entrada del año pasado y me he quedado pasmada porque la titulé igual que acabo de titular ésta, qué poco original soy madre, no tengo remedio.

Volviendo al tema: disfruto muchísimo de los cumpleaños de mis hijos, así que hoy estoy emocionada por el gran día que nos espera mañana.

El plan es: comida familiar con tíos y abuelos en un restaurante italiano. Por la tarde el mediano se irá al cine con sus amigos y el resto a casita a abrir regalos, soplar velas y demás. Me he cogido el día de vacaciones, así que con no tener que ir a trabajar y poder pasar el día en familia, ya soy feliz. Desde que en el 7 de diciembre de 2004 rompí aguas en la oficina y desde allí al hospital, decidí que ese día me lo iba a coger siempre de vacaciones. Hasta la fecha he cumplido, y mientras esté en mi mano, así seguiré.

El niño vino ayer emocionado porque toda la clase le había firmado una postal de cumple con dedicatorias muy bonitas y felicitaciones. Una de ellas era: "¡eres el mediador del año!". Y me he acordado que no os he contado que este año le nombraron mediador de la clase. Es un "cargo" que desconocía porque en mis tiempos escolares no existía. Parece ser que lo eligen los alumnos y el papel es el de tener un igual que media cuando hay un conflicto entre ellos. La verdad es que le pega mucho, porque él es muy de haz la paz y no la guerra.
A pesar de lo peculiar que es, y lo a su bola que va, es un niño muy querido en el cole. Siempre me lo dicen los profes. Incluso el año pasado, en el que pinchó en la primera evaluación, cuando fui a hablar con el tutor, una vez que se quejó de la parte académica, volvió a decir lo de que era un niño nada problemático, con buen comportamiento y muy querido por los compañeros. Eso dicho por un profe de un alumno cateador de la pradera, tiene mucho mérito.

Este año está mucho más centrado con los estudios, le están yendo bien las notas por ahora. Y en el cole sigue contento como siempre, que es un contento sin pasarse.

La pequeña está fenomenal, muy para comérsela, muy graciosa y muy de todo. Los virus escolares la han zurrado bastante, pero lo sobrellevamos de la mejor manera. Tuve entrevista con su profe y me dijo que va muy bien. Las primeras semanas le chocaban bastante las rutinas escolares de hacer fila, estar sentados, compartir los juguetes, etc. Al no haber ido a guardería, ha sido todo un cambio para ella. Pero enseguida se ha adaptado fenomenal y va contenta.
En esas semanas primeras de adaptación al status quo, parece ser que ella determinó que algunos de los juguetes de la clase eran solo de ella, si alguien se los cogía decía que la robaban, y a alguno le pegó en defensa de su supuesta propiedad. Cuando me lo contó la profe, estuve intentado sonsacarle en plan:
- ¿y en tu clase hay peleas? ¿algún niño ha pegado a otro?
- no, no, en mi clase eso no pasa, somos muy buenos. Peleas solo los de la clase de la flor (esto es, la clase de al lado... telita...).

En fin, que mis cumpleañeros están muy bien, sanos y felices. Y les digo que les quiero infinito y les deseo un MUY FELIZ CUMPLEAÑOS.


miércoles, 22 de noviembre de 2017

Por trece razones

Hemos estrenado Netflix viendo del tirón la serie "Por trece razones", basada en la novela Thirteen Reasons Why de Jay Asher



Había leído mucho sobre la serie y tenía ganas. Además la temática juvenil, si está bien hecha, me gusta.

La serie trata sobre una joven de instituto, Hannah, que se suicida y graba siete de cintas de cassette, una cara por cada persona que ha hecho que ella termine con su vida. Envía las cintas a las personas que participan en cada historia, entre las que está el protagonista, Clay Jensen, amigo enamorado de ella, que tarda en comprender por qué él recibe las cintas.
A mi también me ha costado entenderlo, la verdad, y de hecho he tardado en empatizar con Hannah, aunque creo que el motivo por el que ocurre eso es por algo que finalmente te hace pensar: no da el perfil de víctima.

Hannah es una chica de diecisiete años, guapa, lista, que toma malas decisiones, que sufre por cosas habituales entre jóvenes y adolescentes. Ella misma trata a algunos de sus compañeros como no quiere que la traten a ella.
Pero la historia se va volviendo más dura, va consiguiendo que te pongas en su piel y llegues a entenderla.
No sé si recomiendo la serie, porque me ha resultado triste, dura, por ratos se me ha hecho hasta pesada (creo que debería tener menos capítulos). Pero tiene una cosa muy buena, y es que te hace pensar.

A mi personalmente, lo que más me ha aterrorizado de la historia es lo ajenos que están los padres a todo lo que les pasa a sus hijos. Y hablamos de familias normales, con vidas normales, que hablan, que se supone que conocen a sus hijos, como lo pensamos todos.

Hay una escena especialmente terrible, una de las amigas de Hannah, ha tenido una experiencia horrorosa .........(SPOILER: sin dar muchos detalles, pero hablamos de violación y de alcohol)....
está en la mesa cenando con sus padres y hermanos, sonriente, el padre pregunta qué tal en el equipo de animadoras, ella contesta que fenomenal, sigue preguntando a los hermanos pequeños... En fin, una escena familiar típica y reconocible.
Los padres y los hijos están en planetas distintos que solo conectan para cosas triviales como desayunar, cenar y hablar de temas sin importancia. Ninguno de los padres tiene ni idea del sufrimiento de sus hijos, de los errores que están cometiendo, de si están siendo realmente malos con sus compañeros. Terrorífico. Lo mismo ocurre con los profesores, que también están de forma grotesca delante de todo lo que está pasando y obviándolo o pasando de puntillas sin marcharse con el barro.

En cualquier caso, como no soy profesora y sí soy madre, me ha dolido más el papel de los padres en la historia, porque además me parece muy realista.

Me ha hecho pensar mucho, y yo también llevaba a los 15, 16, 17 años una vida muy al margen de lo que mis padres conocían. Ojo, que no hablo de nada grave, fui una buena chica con suerte. Pero lo que es cierto es que mis padres no eran mi medio conscientes de mis verdaderas preocupaciones, de mis enfados, de mis enamoramientos y de mis primeras veces en cosas importantes de la vida.

Creo que lo mismo me está pasando con mi hija mayor, que este verano ha hecho 14 años. Ella sigue comportándose como siempre la mayor parte del tiempo, pero a veces me siento ajena a su vida. Cambia de amigas y ni me entero. Un día está de genio y nos trata sin respeto, sin motivo aparente que yo conozca.

Por una parte es cuestión de falta de tiempo, porque entre el trabajo, la pequeña y sus necesidades, los mayores con sus horarios de baloncesto, ballet, deberes... Es cierto que no hay demasiadas horas de convivencia de verdad. Pero aunque las hubiera, no tengo claro que ese abismo entre lo que vive un adolescente y lo que perciben sus padres, no se siguiera produciendo.

Si habéis visto la serie o leído el libro, me gustaría saber vuestras opiniones, porque tengo sentimientos encontrados...

viernes, 10 de noviembre de 2017

Una buena noticia y un susto muy gordo

En los últimos días hemos tenido una gran alegría ya que mi hermana ha tenido a su primer hijo, un niño precioso y sano. Ya tenía sobrinos por parte de mi marido pero es la primera vez por parte de mis hermanos. Es emocionante y estoy como loca de contenta por mi hermana y por esa preciosura de sobrino que tengo.

Pero en la mitad de la alegría, mi madre nos ha dado un susto muy gordo. Ya han pasado cinco días y todavía lo estoy digiriendo, así que lo voy a contar para sacarlo fuera.

El Domingo pasamos el día en familia en casa de mis padres. A última hora de la tarde mi padre se fue a llevar a mi hermano al AVE porque se volvía a Barcelona, mi hermana y yo, nos fuimos con los nuestros a nuestras respectivas casas.
Al poco de llegar a mi casa, me llama mi madre con voz muy rara y nerviosa, y me dice algo así como que localice a mi padre, que se ha hecho un corte muy profundo, que la están auxiliando los vecinos, han llamado una ambulancia y que no quiere que mi padre se asuste al llegar.

Os imagináis que me quedé en shock, llamé a mi padre, y me eché corriendo a la calle para volver a su casa. Por el camino como había mucho atasco volví a llamar. Tengo grabadas las palabras de mi madre: "Ay hija, qué disgusto os voy a dar, pero igual me muero porque he perdido mucha sangre y me encuentro muy mal".

Los nervios que pasé hasta llegar a su casa no os lo podéis imaginar. Creí que no llegaba a tiempo ni de despedirme de ella. Me sentí impotente, huérfana, asustada, incapaz de recordar si ese día la había besado al despedirme y con mil recuerdos de ella agolpándose en mi cabeza.

Al llegar a su casa me encontré la ambulancia enfrente de su portal. En el hall de su casa estaba ella sentada en una silla, con un gran charco de sangre debajo y cuatro personas del Samur a su alrededor. Uno le limpiaba la sangre de la cara, otro ponía una vía, otro un torniquete y vendaje...

El accidente fue de lo más tonto. Se le escurrió una copa, y en un acto reflejo, para que no cayera al suelo, la intentó sujetar contra el mueble clavándosela en el brazo. Por la cantidad de sangre que había en suelos, paredes, ropa..., allí mismo ya me dijeron que se debía haber cortado una arteria.
Cuando ella vio que le resultaba imposible parar la hemorragia salió al descansillo a pedir auxilio y sus vecinos, una pareja jovencita, fueron sus primeros salvadores.
Estaré eternamente agradecida a su rápida reacción. Mientras ella le taponaba la herida con un trapo, él llamaba al 012.
Los segundos salvadores, fueron los de la UVI móvil. No solo fueron eficientes sino además encantadores, transmitiéndonos tranquilidad en todo momento y con una actitud muy cariñosa.
Mi madre dice que ella se relajó cuando me vio. Parece ser que yo me mostré muy sonriente y la decía que no se preocupara que todo iba a salir bien, que sacaban adelante casos peores. Se ve que soy la mejor actriz del mundo, porque yo lo que tenía era mucho miedo, pero simplemente no quería asustarla a ella.

Recuerdo que mi madre temblaba como un pajarillo y no hablaba bien.
Una vez estuvo estabilizada, la llevaron en la ambulancia al hospital y yo les seguí en un taxi. Mi padre reaccionó fatal, el pobre, y le dejamos en casa. No era capaz de encontrar ropa de mi madre en el armario, ni de limpiar la sangre... estaba desbordado por la situación. Hizo justo lo que le dije que no hiciera: llamar a mis hermanos. ¿Para qué asustarles si ya estaba yo al cargo?, qué rabia de verdad. Porque además, la una con un bebé recién nacido y el otro en el tren, que no podían hacer nada. Pero no se lo tendremos en cuenta, porque el hombre estaba tan bloqueado que no daba pie con bola.

En el hospital le hicieron análisis, radiografías, y al abrir el vendaje volvió el sangrado, así que decidieron subir a quirófano, donde la abrirían estando anestesiada y con más medios, que en urgencias.
La tuvieron varias horas y ahí ya llegó mi padre. Estuvimos los dos solos en una salita, nerviosos, esperando hasta que salió el cirujano a contarnos: se había cortado dos tendones, un nervio y una arteria. Pero por suerte, la cirugía fue un éxito y ahora solo queda que se recupere poco a poco.

La han dejado el brazo escayolado hasta la mano, para que una todo una bien, y así estará mínimo tres semanas. Luego tendrá que hacer rehabilitación, pero esperan que recupere la movilidad, aunque es posible que pierda la sensibilidad en tres dedos. Mi madre está contentísima de que eso sea todo, ahora mismo la sensibilidad en los dedos le parece pecata minuta para lo que podía haber sido. Y tiene toda la razón.

Cuando pasan estas cosas, te das cuenta de que lo que de verdad te importa es la felicidad y la salud de los tuyos. Te hace más consciente de la fragilidad del ser humano y de nuestras vidas. Más consciente de que todo puede cambiar en cuestión de segundos.
Tenemos que tenerlo más presente, para no caer en el desánimo. Hay que celebrar la vida, apreciar cada momento y dedicarnos a lo que de verdad es importante.

Yo solo espero que me duren estos aprendizajes, y que el día a día, no me lleve de nuevo a la rutina cegadora de lo que de verdad es importante.

sábado, 23 de septiembre de 2017

Primeras impresiones del inicio escolar

Ya han pasado dos semanas desde que empezaron las clases. Para los dos mayores, curtidos en estas lides, sin novedad. Lo tienen controlado, van contentos, y por ahora todo en orden.

La gran novedad este año ha sido la pequeña de la casa, que ha empezado el colegio de mayores a sus dos años y nueve meses.
El primer día me lo cogí de vacaciones para poder llevarla y recogerla. Iba contenta, relinda con su vestidito, pero cuando ya estábamos casi llegando dijo: qué bien lo vamos a pasar hoy las dos en el cole. Ups, error de concepto, ella pensaba que yo iba a estar allí con ella. Pequeña decepción al enterarse de que nones, pero bueno, se quedó bien y sin llorar.

Al salir de clase se la veía sonriente y volvía contenta a casa:
- entonces lo has pasado muy bien, cómo me alegro
- sí, pero mañana no vuelvo

Con un día la criatura daba la experiencia escolar por zanjada y superada.

Al día siguiente amaneció diciendo que prefería ir al parque que al cole, pero cuando vio que tocaba cole, lo aceptó sin lágrimas.

Así ha sido cada día. No está loca por ir, pero lo lleva bien. Su mayor preocupación son las filas, varias veces al día pregunta por qué hay que ir en fila, que ella prefiere "caminar normal". Poco más se de lo que hace allí, porque cuenta entre poco y nada. Las conversaciones son de esta guisa:

- ¿Qué tal en el cole, qué habéis hecho?
- Nada, solo vamos en fila de aquí para allí. Vamos a hacer pis todos juntos en  fila, vamos al recreo en fila... Y ya.

O cuando le pregunto por los compañeros, las opciones son:
- se llaman Johny el gorila, Mun y Ash el cerdito
o bien
- tengo un amigo que se llama Niño

Si le pregunto un poco más sobre sus compis de clase solo dice que son buenos pero que roban mucho. Parece ser que se quitan unos a otros los juguetes que tienen en clase y ella lo ve en el límite del código penal.

Así que bueno, las cosas van bien, dentro de lo que cabe. Eso sí, ya está con tos. Malditos virus infantiles, y malditos contagios. Como es una niña sana con las defensas fuertes, espero que no pase de tos y catarro. Más que espero, rezo, cruzo los dedos y me encomiendo a todo. Porque recuerdo el primer año del Niño que estuvo todo el curso malo y fue horrible. La niña mayor sin embargo no estuvo nunca mala. Con que ésta desempate en un punto intermedio, me conformo.

Besos y feliz fin de semana


martes, 5 de septiembre de 2017

La pequeña empieza el colegio

La pequeña de la casa empieza el cole. El de los mayores. GLUB.

Casi estoy terminando de asimilar este embarazo, y ZAS!, escolarizada.

De verdad que no es frase hecha que el tiempo vuela. Por lo menos el tiempo en palabras mayores, los meses, las semanas... Porque los minutos del microondas viendo el platito girar, son eternos. Pero en fin, que me disperso, este Lunes empieza en el mismo colegio al que van sus hermanos. Le hablamos mucho del tema, y ella encantada con la idea, básicamente porque no tiene ni idea de lo que implica la idea. Cuando vea de verdad que tiene que madrugar y estar en el aula compartiendo espacio con profe y niños, un día tras otro, veremos a ver cómo lo lleva.
La hermana le preguntó el otro día que qué es lo primero que va a hacer cuando llegue a clase, y ella muy digna contestó: descalzarme.

Veremos a ver este espíritu libre, que lleva meses descalza, despeinada y casi en pelotas, como se reconduce a la vida escolar. Además, al haber nacido en Diciembre, será de las más pequeñas de clase.
Voy a escribir aquí algunas de las últimas anecdotillas con ella. Ya da material para escribir entradas como en su momento dieron sus hermanos, pero me puede la pereza... Al lío:

- El sábado pasado nos fuimos a pasar la mañana a la sierra de Madrid. Ella iba viendo vacas por la ventana y de pronto dijo emocionada: "qué monas las vaquitas, están haciendo un pink". Un pink para ella es un picnic. Las vacas de picnic. Me encanta

- Ella es muy fan de descalzarse, como ya sabe cualquiera que la haya visto o leído sobre ella. El otro día estábamos en Parque Europa, y cuando terminaron de decir las normas del parque por megafonía me preguntó muy seriamente: "¿Han decido que no puedo descalzarme?". (decido = dicho, ella todos los verbos los hace regulares: ponido, decido, rompido etc.).
El caso es que perdí una oportunidad de oro, porque me hizo gracia y la dije que no. Pero tenía que haber mentido y decirle que sí, que exactamente eso es lo que habían dicho, y que solo podía descalzarse en casa.

- La niña tiene pinta de angelito, porque además a su aspecto idealoso de niñita de 2 años y 9 meses, se junta que de natural es buena y dulce. Pero su carácter lo tiene para las ocasiones. Lo que más me impresiona es lo poco que la imponen otros niños, y lo segura que se muestra de sí misma. El otro día cruzó dos palabras con otra niña en el parque, y la vi que se quedaba seria, mirándose las manos como pensativa
        * Almudena, ¿qué te pasa? ¿te ha pegado la niña?
        * No. Pero yo quiero pegarle a ella
Un testigo ocular y auditivo fiable (concretamente mi hijo el mediano), me dijo que la niña la preguntó la edad. Cuando mi peque contestó que dos años, la otra respondió displicente, que ella era mayor porque tenía cuatro y no quiso jugar con ella. La dejó allí plantada sin ser consciente de que se estaba tomando la decisión si arrearla una guantá o no.

En más ocasiones la he visto comportarse así. No es de pegar, pero si la ocasión lo merece... De hecho más de una vez cuando un niño la ha empujado, o quitado a la fuerza algún juguete, ella me ha mirado tranquila y ha preguntado con su cara de ángel: "mamá, ¿puedo pegarle?". Y tengo la certeza de que si mi respuesta hubiera sido que sí, el niño habría recibido un buen remazo. 

sábado, 5 de agosto de 2017

Resumen del último mes: vacaciones, lecturas, hijos...

Hace mes y medio que no paso por aquí. Así que voy a intentar poner un poco esto al día.
En Junio ya os conté que pasaba mis días entre mañanas agobiantes de oficina en el nuevo puesto, y tardes-noches relajantes de piscina y familia.

Después de eso nos fuimos de vacaciones las tres primeras semanas de Julio.
Siempre he dicho que tengo el don de vacacionar, siempre fluye todo divinamente estando de vacaciones.
Este año ha habido pequeños percances de esos que por un momento te hacen pensar si has perdido el don. Pero no, ha sido más lo bueno que los pequeños incidentes.

Del 1 al 13 estuvimos en el sur, llevamos muchos años yendo al mismo sitio y a la misma urbanización, así que como ya os conté el año pasado, los dos mayores tienen allí muchos amigos y lo pasan fenomenal. Todos disfrutamos mucho de días de playa, paseos, baños, salir a cenar al pueblo... Una delicia. A los dos mayores les vi poco el pelo, se pasaban el día con los amigos.

Mis hijos con dos amigas de las que ven cada verano. La pequeña siempre como un pegotito acoplada al grupo


Del sur salimos rumbo a Galicia, atravesando Portugal, en un viaje de más de siete horas, pero que al hacerlo después de días de vacaciones, se lleva mejor.

En Rías Baixas también fenomenal. Mucho de comer rico, estar con la familia. juegos de primos, baños en agua helada...

 





Algunos de los incidentes durante las vacaciones:
- la pequeña estuvo con diarrea y fiebre tres días seguidos. Igual que llegó, se marchó, pero en el durante fue bastante agobio.
- la mayor tuvo reacción alérgica a las picaduras de mosquitos de Huelva. Con antihistamínico se controló bien.
- el niño tuvo un impétigo en la piel que requirió antibiótico y no bañarse varios días.
- yo me caí contra un plástico de silla roto, y me hice herida y morado en todo el culete, justo el día antes del viaje Huelva-Galicia.
- se me rompió una muela comiendo arroz. Nunca dejaré de asombrarme de la mala calidad de mi dentadura. La Mayor ha empezado a decir que se va a ser dentista, porque muchas herencias se saltan una generación, así que si sus hijos heredan la boca de sus padres, le merece la pena ser dentista.
- la pequeña tuvo una caída tonta pero no podría mover el brazo. Ella misma decía: lo tengo un poco roto y un poco irritado. Así que me imaginé las vacaciones con la niña escayolada. Pero finalmente, tuvimos paciencia, esperamos unas horas poniendo hielo y distrayéndola, y volvió a moverlo con normalidad.

Ahora mismo no recuerdo más, pero no descarto que algo más pasase. Nada grave, pero sí un poco incordio, sobre todo porque no estamos acostumbrados a tanta cosa.

En cualquier caso, las tres semanitas de vacaciones estuvieron genial y disfrutamos mucho.

En esas semanas me leí Patria de Fernando Aramburu. Al principio me costó un poquito entrar en la forma de escribir del autor, incluso pensé que no era libro para leer en la playa. Pero en seguida entré en la historia y me ha gustado mucho. Trata el conflicto vasco a partir de la historia de dos familias: la que es víctima de ETA y la que tiene un hijo etarra. A partir de los personajes, que van contando su propia historia, sus sentimientos y sus vivencias, consigue ponerte en la piel de todos ellos y entenderles, aunque no compartas sus decisiones o actitudes.

Todos somos el resultado de nuestro entorno, de la educación recibida, de las experiencias que nos toca vivir. Pensamos que hay más objetividad en nuestras decisiones o en qué partido tomamos ante de un determinado hecho, de la que realmente hay. En este libro los personajes son fruto de sus circunstancias, que les llevan por un camino u otro.

Y volviendo a mi resumen del último mes: volvimos a Madrid el 23 de julio, y desde ese día, volvimos a la rutina trabajo-piscina.
Los mayores muy adolescentes, la pequeña muy comestible, y poco más que contar.

Un beso y feliz verano

lunes, 19 de junio de 2017

Macondografía de Matt

Esta es una entrada programada para avisar de que el amigo Chema, del blog Bitácora de Macondo, publica hoy una larga serie de preguntas que me ha hecho, a las que llama Macondografía.

Yo leía estas entrevistas en su blog, cuando todavía no le seguía a él, porque hizo a muchos de mis blogueros más queridos.
Soy una rancia que te cagas para ampliar mi lista de lectura de blogs. Así como los primeros años en el mundo bloguero era de dedo fácil a la hora de seguir, enseguida me acomodé y me cuesta añadir nuevos.
Aunque a Macondo ya hace tiempo que le sigo, me arrepiento de no haberlo hecho mucho antes, porque da gusto leerle. Desprende ingenio y humanidad en sus letras, y se le coge cariño rápido.

Estoy emocionada porque haya pensado en mi. Solo espero no decepcionar, porque como ya le dije cuando le envié el cuestionario, me parece que ha quedado muy soso. En mi defensa: son muchas preguntas y no quería entretenerme demasiado en cada una, para que no se haga interminable. Y en mi defensa más sincera: no doy pa´más.

En fin, os animo a pasaros por su blog y espero que consigáis terminar de leer la entrada.

¡Mil gracias, Macondo!

sábado, 17 de junio de 2017

Temporada de calor y piscina

Está haciendo tanto calor, que es como una prueba de fuego que nos manda el cambio climático a los amantes del verano. Es un: ¿no querías caldo? pues toma taza y media, en toda regla.

Siempre digo lo mismo, me gusta el verano por todo lo que acompaña a esta época del año, pero el calor en cuanto sube de 30 grados centígrados me resulta insoportable.
En Madrid llevamos una semana de máximas de 38 y mínimas de 23, o lo que es lo mismo, no refresca en ningún momento del día. Nosotros vivimos en el centro de Madrid, lo cual tiene muchas ventajas en el día a día, porque tenemos trabajos y cole cerca, no necesitamos coger el coche para nada, y contamos con todo tipo de servicios y ocio al lado de casa. PERO, siempre tiene que haber un pero, el calor se lleva muy mal en el epicentro del asfalto.

Salgo de casa a las siete y media de la mañana y ya hace calor. No os cuento lo que hace cuando salgo de la oficina a las tres. El paseo de cinco minutos hasta la parada del bus es como una caminata por el desierto rodeada de dragones echando fuego, aka los coches y salidas de aire acondicionado de los edificios.

Pasamos la tarde en la piscina, todas las tardes hasta el inicio de la noche, no hay otra.
Me encanta ir a la piscina, y menos mal, porque realmente no hay otra opción de pasar la tarde con los tres torpedos sin perder la cordura. Los primeros diez minutos sigo como en shock térmico, con la mirada perdida en los baldosines del fondo de la piscina y debatiéndome entre la vida y la muerte. Pero cuando recupero las constantes vitales, la cosa mejora.

Ya os he hablado más veces del club al que vamos invierno y verano, ya sea a pasear, a jugar al tenis o a bañarnos en la piscina. Somos afortunados de tenerlo, porque con este calor extremo y tres hijos, la vida sería mucho peor sin nuestra ración de piscina, césped, arboles y frescor al caer la noche.

Conste que este año me cuesta más rascar mis queridos momentos de estar a la sombra, recién salida del agua, leyendo un libro. Como es el sexto verano que escribo este blog, ya os he hablado más veces de mis queridos momentos lectores-piscineros.

Cuando Almudena era más bebé, era fácil engañarla con algún juguete y dejarla sentadita en su silla, o durmiendo la siesta. Y antes de que naciera, los dos mayores ya tenían autonomía como para estar jugando en el agua y yo leyendo, aunque les echara un ojo de vez en cuando.


Pero este año, la terremoto de dos años y medio, me está poniendo difícil mis momentos de evasión. Cuando el padre viene, nos vamos turnando y sí tengo mis ratos, pero en cualquier caso, menos de los deseados y necesarios.
No se la puede perder de vista, porque es demasiado intrépida. Corre por el borde de la piscina, pega grandes tragos del agua con cloro que luego la dejan la tripa fina catalina, y la última: va en patinete de una punta a otra, a toda velocidad. Es para verla, en bañador, descalza, y con su patinete a todo trapo.




Cuando se pone el sol es cuando mejor se está allí. Esa luz del final del día me encanta, el frescor, los ruidos propios del campo (pájaros, cigarras...). Me parece una delicia. Nos solemos quedar allí a cenar un sándwich o un bocadillo, un ratito de relax y vuelta al asfalto.

En casa estamos teniendo que dormir con el aire acondicionado puesto. Por cierto, aprovecho a hacer un llamamiento desde aquí a centros comerciales, cines, corte ingleses y demás: existe la posibilidad de regular la temperatura del aire acondicionado. Atención, no es necesario que esté a quince grados. Se puede poner a veintitantos y en modo quiet. Comprobado porque es lo que hago en mi casa y da una temperatura confort total.

Pues nada más por hoy. Besos calurosos para todos

miércoles, 7 de junio de 2017

Dando señales de vida

Tengo esto muy abandonado así que aprovecho que tengo unos minutos para pasar a decir que sigo viva.

Últimamente se me está juntando la falta de tiempo con falta de ganas de escribir. Tengo poco tiempo libre, pero también es cierto que si tuviera la motivación del principio, lo sacaría de debajo de las piedras para poder escribir unas líneas.

Acabo de fijarme en que hoy hace justamente cinco años que abrí el blog. Al venirme a la mente las ganas que le ponía al principio, he ido a mi blog a ver de cuándo era la primera entrada, y qué casualidad, fue el 7 de junio de 2012.
Como iba diciendo, al principio cogí esto de escribir y relacionarme a partir de mi blog con muchas ganas. Ahora han ido desapareciendo muchas de las personas con las que me encantaba comunicarme a partir de una entrada, y eso desmotiva. Estoy feliz con los que siguen y con las nuevas incorporaciones, pero una cosa no quita a la otra.
También supongo que después de años escribiendo, una se da cuenta de que ya ha comentado casi todo lo que le apetecía. Se van acabando los temas. O bien acaban siendo revisiones de las mismas cosas.
Realmente no sé por qué tengo menos ganas de escribir, estoy intentando analizarlo de forma racional, pero no tengo claro si con éxito, porque a veces las cosas son más simples. Simplemente no apetece y ya está.

Por poneros un poco al día, os cuento que en el último mes me ha caído un gran marrón en el trabajo que me tiene agotada. En mi departamento somos unas veinte personas, de ellas unas cuatro o cinco, trabajan muy poco, luego está la mayoría que trabaja lo normal, y por último estamos cuatro pringadillos a los que nos caen siempre los marrones.
Me he dado cuenta que los pringadillos tenemos la culpa de lo que nos pasa. Yo me quejo mucho de trabajar, y sabe Dios que sería feliz con una primitiva que me librara de la obligación laboral, pero luego llego a la oficina y me entrego como si me fuera la vida en ello. No lo puedo evitar. No soy capaz de decir que no a nada que me pidan y además me dedico a muerte hasta que lo termino lo mejor posible, dentro de mi capacidad. Y eso para un jefe es muy cómodo. Cuando surgen temas difíciles, obviamente no se los piden a los cuatro artistas que siempre ponen pegas a todo, tardan y lo entregan mal. Cuando surgen temas nuevos, complicados, cambios normativos que nos obligan a hacer las cosas de forma diferente, siempre nos caen a los cuatro de siempre.
En definitiva, que para compensarme me han dado un carguillo de esos que a mi no me hacen nada de ilusión, y mucho más trabajo y más responsabilidad.
Yo en el trabajo no valoro mi categoría ni mi posición en el organigrama, sinceramente, eso lo valoraba hace muchos años. Hoy en día lo que valoro es trabajar menos y más tranquila.

Aparco el tema laboral, que es bastante aburrido y os cuento de mis hijos. La Niña mayor está genial, sacando notazas, a tope con el basket y muy contenta en general.
Con el Niño estamos en tensión máxima para ver cómo acaba el curso. El está siempre en límite, en la cuerda floja, pero al final hasta ahora siempre ha salido airoso. A ver si en este su primer curso en la ESO también ocurre eso. Por ahora parece que lo lleva todo aprobado, con notas bastante mediocres excepto en biología y arte, que son sus favoritas, pero mira, yo ya con que apruebe me conformo. Quién me ha visto y quién me ve. He cambiado muchísimo en mi visión del tema académico. Solo quiero que apruebe todo y pasar un verano tranquilos, sin deberes, sin regañinas, sin obligarle a memorizar temas que no le interesan nada. ¡Deseadnos suerte para que así sea!.
La pequeña está para comérsela con patatillas. Qué bonita es, qué simpática, y qué poco subjetiva soy... Según mis padres, ejem, no exagero nada, ejem. Tiene miles de momentos y ocurrencias de morir de risa y/o de amor. Pero por contar una, la última de anoche es que estaba viendo una foto en la que salimos la mayor cuando tenía tres añitos y yo, y dice: "Es Lu, mamá y yo en su tripa". Ha debido de pensar que es imposible que ella no estuviera en nuestra vida antes, qué menos que estuviera en la tripa esperando su momento. Imaginaros qué planazo un embarazo de ocho años de duración...

Y nada más por hoy, que la pequeña me reclama.

Besos


jueves, 11 de mayo de 2017

Sensación de ser mayor vs. sensación de juventud

Hace tres años y dos meses que me quedé embarazada de mi tercera hija. Como sabéis los habituales de esta casa, tenía 40 años, frente a los 29 y 30 que tenía en el embarazo de los mayores, y me sentía mayor para tener un hijo. Incluso creía que la gente al verme embarazada también pensaría que era mayor...

Aparte de la preocupación normal y lógica de que pudiera tener problemas en el embarazo por edad, es que yo me sentía mayor. Por mucho que mi ginecólogo me dijera que tenía más embarazadas de cuarenta que de treinta, y que no tenía que haber ningún problema. Por mucho que lo viera entre amigas y compañeras, yo me sentía mayor.

Ahora veo las fotos del final del embarazo, con la barrigota y me veo guapísima y para nada mayor.

Tres años después, con mi pequeña de dos años y cinco meses, os digo que me siento mucho más joven que hace tres años. Esta maternidad me ha rejuvenecido. Ojo, que digo que me siento joven mentalmente, no que lo sea, el físico y el cuerpo es el que corresponde a mi edad. Que por mucho que cambie la sociedad y tu percepción, nunca he creído esas tonterías de los cuarenta son los nuevos treinta. No mira, cuarenta son cuarenta, treinta son treinta, cincuenta son cincuenta. Desde el punto de vista biológico la edad es la que es. Ahora bien, tú puedes sentirte más joven o más mayor, y lo mismo con tu forma de vestir y con tu forma de actuar. No se si me estoy explicando.

El caso es que yo creo que me sentía mayor porque siempre pensé tener hijos antes de los 37, pero primero no acompañaron las circunstancias, y luego la cosa no funcionó cuando intentamos un muy breve periodo de tiempo. Sin embargo funcionó tres años después, de forma inesperada aunque muy deseada. Y por mucha ilusión que me hizo ser madre de nuevo, mi coco no acaba de encajarlo.

Ahora tengo a mi pequeña conmigo, con sus risas, las alegrías que da, y yo me siento joven y activa. Me compro ropa más colorida, me pinto más las uñas de rojo y me siento más juvenil, independientemente de que sea consciente de la edad que tengo acompañada de una nueva tendinitis en este caso en el hombro izquierdo. Hay unanimidad en que la tendinitis ya superada del derecho y la nueva del izquierdo, es de tanto coger a la niña en brazos, lanzarla al aire y demás tonterías que le hago. Lo se, pero no me importa. Lo voy a seguir haciendo, y la tendinitis tendrá su tratamiento para curarse. Pero mi enana no va a ser así de enana eternamente y lo quiero saborear a tope.

Ay, me tiene loca de amor. Ahora ha incorporado otra nueva palabra mal pronunciada al catálogo. En lugar de decir "no funciona" dice "no funsuña". Como además coge el mando e intenta poner su canal infantil, coge el móvil e intenta ponerse un video, pues claro, está todo el día: no funsuña. Porque la niña es espabilada, y sabe apagar y encender la tele, pero marcar canal 79, pues no. Se pasa la vida probando cosas y diciendo apenada su lindísimo "no funsuña".

El otro día fuimos de compras y ella se eligió este sombrero, que no se ha quitado los días de sol, y estos zapatos. ¿Cómo no la voy a adorar?...



martes, 2 de mayo de 2017

Kimi no Na wa (Your name)

Aprovechando que hoy es festivo en Madrid, y tras leer esta entrada de Ro, nos hemos ido a la sesión matinal de los cines Verdi a ver "Kimi no Na wa" (Your name), del director Makoto Shinkai




Además de ser el anime más taquillero de la historia, es una preciosidad de película. Tienes disfrute visual, sonoro y la historia es muy bonita.
La primera parte es alegre, divertida, perfectamente fusilable por Hollywood. Hacia la mitad, la historia da un giro, y definitivamente te deja enganchado a la pantalla hasta el final.

Es una pena que en Madrid solo la ponen los Renoir y los Verdi. Estos últimos solo en sesión de 11:30 de la mañana o 22:30 de la noche.
Yo entiendo que la promoción que tienen las pelis americanas no tengan comparación con las del resto del mundo. Pero cuando se hacen preciosidades así, deberíamos enterarnos y tener la oportunidad de disfrutarlas.

He ido con mis dos hijos mayores y a los tres nos ha encantado, a pesar de que en principio el único fan del anime es el Niño. La hemos visto en versión original subtitulada, y creo que es un plus para disfrutarla. La versión original siempre da pereza al principio, pero al final la película gana. En este caso la sonoridad y entonación del japonés, en esas vocecillas juveniles, es una delicia.

Una película muy recomendable.

lunes, 17 de abril de 2017

Vacaciones de Semana Santa

Qué bien se está de vacaciones y qué dura es la vuelta.

Al menos para mí, porque en otras ocasiones que he hecho una oda al periodo vacacional, siempre ha habido algún comentario expresando su gusto por la rutina, el descentre de las vacaciones fuera de casa, el poco gusto a viajar, etc. Inma lo explicaba muy bien y yo entendía lo que quería transmitir, pero no coincido en su forma de vivirlo.

En mi casa seguimos una rutina bastante rígida durante el periodo escolar, ya que para sobrevivir el día a día con trabajos y colegios, creo que es la mejor opción. Pero disfruto mucho rompiéndola en vacaciones.

Cambiar de lugar me ayuda a relativizar todo, a quitar importancia a las pequeñas miserias cotidianas, a abrir más los ojos y disfrutar de lo que tengo delante.

Esta semana santa la empecé muy estresada. Estamos con cambios en el trabajo que me tienen con mucha tensión. Sin embargo en cuanto puse 500 km de distancia los "problemas" se diluyeron. Lo veo todo con más claridad, sin ofuscarme con las ramas que no me dejan ver el camino.
Hemos estado una semana en la costa catalana, donde La Mayor tenía un torneo de baloncesto. Estábamos separados, porque ella ha estado en un hotel con su equipo y entrenador, pero la hemos visto todos los días en los partidos. Nosotros cuatro hemos estado alternando ratos de playa, paseos, terraceo y partidos de basket. A nuestro ritmo, sin horarios para levantarse, sin prisas para desayunar, haciendo lo que más nos apetecía en cada momento. Para mí eso vale oro. Y si el colchón no es tan cómodo, la almohada no es la mía, o no hice bien la maleta, me da igual, merece la pena por todo lo bueno.

Hemos comido de terracitas al aire y viendo el mar. He pasado mil horas achuchando a la peque, riéndome con el mediano y animando en los partidos a la mayor.

A la vuelta paramos a hacer noche en Zaragoza por partir el viaje de vuelta y hacer un poco de turismo. Me gustó mucho la ciudad y me sorprendieron muy gratamente sus procesiones. Yo he pasado casi todas mis semana santas hasta que me casé en Málaga, por lo que es ése el tipo de procesiones que conozco. Las de Zaragoza no tienen nada que ver, ya sabía que son más sobrias que las andaluzas, pero lo que me ha encantado es la tamborada que acompaña a los pasos. Muy emocionante.
 
Hoy vuelvo a la rutina laboral con mucha pena, porque incluso en mi caso, que tengo un horario envidiable, considero que son demasiadas horas delante de un ordenador, sin poder estar con mis hijos todo lo que me gustaría, sin ser dueña de mi tiempo…
 

jueves, 6 de abril de 2017

House of Cards (mi opinión)

Estamos viendo la primera temporada de House of Cards. Una serie de la que había leído muy buenas críticas y me habían recomendado, especialmente mi hermano y un compañero del trabajo.



Un resumen objetivo del argumento que podríais encontrar en internet sería algo así: es la historia de un demócrata congresista y coordinador de la mayoría de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos. La serie trata principalmente temas de manipulación y el poder.

Y aquí va mi opinión: la serie va de dos malos muy malos, interpretados magistralmente por Kevin Spacey y Robin Wright, estupendos en sus papeles de lobos con piel de cordero. Casi más impactante el papel de ella. Actriz mítica por su papel en la Princesa prometida:


Hasta ahora siempre la había visto en papeles de mujer sosita, pavisosa, muy mona ella con su melena rubia.

En House of Cards es mala como un demonio. Acaba resultando hasta desagradable físicamente, a pesar de su tipazo, sus trajes impecables y un maravilloso corte de pelo:


La serie empieza potente. Está bien actuada, hecha con calidad, y como decía, empieza bien. Pero se desinfla rápido.

En mi opinión es una serie sobrevalorada. No me matéis, peor valoración hace mi madre que dice que solo le ha gustado el cuarto de baño de la casa del matrimonio y que claro, tragarse una serie entera por ver un baño, por muy precioso que sea, como que no.

Para mi, poco más a parte de ver a los malos sin escrúpulos en busca de más poder, y manipulando a todo el que caiga en sus manos.

Los temas de poder atraen mucho, y creo que ahí es donde la peli ha encontrado un filón.
Pero en mi opinión la trama de cada capítulo está poco trabajada, los temas políticos se tratan de forma muy superficial, sin profundizar en los conflictos.

Para los interesados en esta temática, la serie que tiene pintaza es la danesa Borgen. Yo vi un par de capítulos pero no pude seguir porque no se lee bien el DVD que me dejaron, pero deseando estoy retomarla.

¿Las conocéis? ¿coincidís con mi valoración?

martes, 4 de abril de 2017

Sobre mis hijos: últimas anécdotas


El Niño, la Mayor y la reunión de empollonas que se disuelve ante sospecha de examen


El fin de semana pasado, se fue la niña mayor feliz como una perdiz al cumpleaños de una amiga. De su ajetreada vida social mejor no hablamos, que da para una entrada entera.
El cumpleaños consistía en ir al Burger y a casa de la amiga a ver una peli. Hubo la típica mini negociación para fijar la hora de vuelta, que terminó siendo las ocho de la tarde.

A eso de las seis de la tarde, estábamos por ahí con los del siete (que es como llamamos en casa al mediano y a la pequeña, por eso de que los dos nacieron un siete de diciembre). De pronto suena el móvil:

  • Mamá, soy Lu, ¿dónde estáis?, yo ya estoy en casa.
  • Nosotros por ahí, ¿y cómo tú en casa? (pregunto sorprendida, porque yo pensaba que un adolescente no le regala dos horas a los padres ni de coña, antes se queda comiendo pipas en el portal que subir antes de la hora).
  • Pues nada, que han empezado a decir que a lo mejor mañana hay examen sorpresa de lengua, y hemos decidido irnos a estudiar.


    • ¡Ojo!: "A LO MEJOR". Y disuelven una fiesta de cumpleaños. Ya hay que ser empollonas para que ante la mera sospecha de un examen, disuelvan la reunión.
       
    El niño no daba crédito. Le tuve que explicar varias veces y vocalizando a cámara lenta, el por qué de que su hermana estuviera ya en casa. Y por si acaso me quedaban dudas de su actitud y la de sus mejores amigos hacia el estudio, me dice el tío empeñado siempre en ponerme los pies en la tierra:
  • Pues mamá, que sepas que yo eso no lo haré nunca.

  • Ya. Puedo imaginarme la escena, en el remotísimo caso de que alguno tuviera sospechas de examen, que ya es remoto el caso, porque es teniendo examen seguro y no se enteran. Pero en ese hipotético caso, supongo que todos harían como si no hubieran oído al NostraDamus de turno. En un momento dado, si el niño en cuestión se ponía pesado con lo del examen, le echarían de la casa y seguirían como si no hubiera pasado nada, borrando totalmente de sus mentes el recuerdo de lo ocurrido. Ellos son así, para premio extraordinario fin de curso, no van.

     
    La pequeña 


    Os lo voy a decir sin rodeos: la pequeña de la casa me ha salido trolera.

    "Es pronto" - me diréis – "Igual es que lo sueña". No amigos, miente, sin más. Ella tiene una vida muy tranquila y sosegada, así que se inventa historias que la hagan más divertida.

    Por ejemplo, la niña pasa la mañana en casa, se levanta hacia las nueve y media de la mañana, desayuna, a las once va al parque, donde suele haber un par de niños, no más, porque hoy en día con dos añitos la mayoría están escolarizados, come a la una y a las dos ya se está echando la siesta. 


    Con esto os quiero poner en situación, para que entendáis que la cría lleva una vida tranquila y apacible, y cuando yo llego a las tres y media de la tarde, la mujer no tiene nada interesante que contar, porque sinceramente: no ha pasado nada digno de mención. Entonces es cuando ella inventa. Y ante mi inocente: ¿qué tal?, me cuenta una sarta de batallas del pelo de que un gato enorme entró por la puerta y se la sentó encima, haciéndole una pupa invisible en la rodilla. Además comió con Mickey Mouse, al que por cierto no le gustaron nada las lentejas que les había dejado preparadas. Y para rematar, cuando tendía la ropa con M. una paloma entró volando en la casa. Todo eso en un día normalito. Y relatado con muchos aspavientos, gesticulaciones y hasta grititos en los momentos más álgidos de la historia contada con su lengua de trapo.

    Con dos años y cuatro meses ya estamos con esas batallitas. 

    La que me espera, amigos.
     

    jueves, 23 de marzo de 2017

    Sobre mi marido

    Ayer hablaba con mi hermana, que lleva dos años con su pareja actual, de los problemillas que tiene con la familia política y que ella solventa no estando nunca con ellos.

    Hay cosas que yo hago por mi marido y mis hijos, que me decía que ella no podría aguantar. En un momento dado le dije que hacer lo que ella hace a mi me costaría un divorcio.
    Esto me llevó a que en mi desvelo nocturno de cada noche (mi mala calidad de sueño merece capítulo aparte) estuve meditando sobre mi relación de pareja, y me ha apetecido compartir algunos pensamientos y recuerdos.

    Hablo poco de mi marido por aquí, a pesar de lo importante que es para mi desde hace más de 22 años.

    Nos conocimos unos meses antes de que yo cumpliera 21 años, en la primavera de tercero de carrera. Mi amiga Isa la canaria, hizo una fiesta en el piso que compartía con su hermano, que a su vez era compañero mío de clase y muy amigo. Conocía a todos sus amigos, excepto al gallego con el que nunca coincidía. Incluso estuvimos las dos pandillas en un concierto de Bruce Springsteen y por extrañas casualidades no crucé ni dos palabras con él porque ni le ví.

    El caso es que en esa fiesta le vi y desde entonces estamos juntos.

    Recuerdo perfectamente ese primer momento, nos cruzamos por el pasillo de la casa, yo iba con una minifalda de ante negro y un top blanco cruzado muy favorecedor. El me miró sonriente y me gustó. Al poco estábamos charlando. Con las copas que iban cayendo según avanzaba la noche, todo se iba haciendo más fácil, cada vez me parecía más guapo y simpático. Y recuerdo que en un momento dado, estábamos en la terracita, tercer piso, calle general Alvarez de Castro, y pensé: si tiene manos bonitas le beso. Y madre mía qué manos tenía, grandes, dedos largos, uñas perfectas. Así que no pude menos que besarle.

    Durante el primer año de relación estuvimos jugando un poco al ratón y al gato, porque yo tenía la ridícula idea de no tener novio hasta que terminara la carrera. Quería salir, ir a conciertos, estar con mis amigas, tener ligues de poca trascendencia, estar libre como una paloma en definitiva. Y éste tenía poca pinta de un ligue que no dura. Así que éramos "esos que no son novios ni son ná pero que está todo el día juntos", como decía el amigo Antoñito.

    Al final hubo que reconocer la realidad y aceptar que éramos novios tradicionales enamorados hasta las trancas.

    Yo terminé la carrera a curso por año y con 23 estaba ya trabajando en consultoría. El muchacho tardó como cinco años más en terminar. En su defensa que estudiaba ingeniería, y no empezó a estudiar de verdad hasta que no empezó conmigo. Además sus padres son los padres más atípicos que conozco, no le metían ninguna presión, preferían que aprovechara las oportunidades de hacer teatro, fotogragía e irse a Canadá en el verano. Impensable en mi casa. De todo tiene que haber, está claro.

    Cuando por fin terminó y encontró trabajo, nos casamos. Yo tenía 28 años. Y después ya sabéis, dos hijos con 16 meses de diferencia, comprar piso, trabajar... la vida de adulto. Nada que ver con la que llevamos durante los ocho años de noviazgo, despreocupados, felices, relajados.

    En los últimos años hemos tenido a la benjamina, y la relación de pareja se ha deteriorado un poco. Llevamos muchos años juntos y tenemos demasiadas obligaciones para sacar tiempo para cuidar un poco el tema.

    Aun así, a pesar de las discusiones, del cansancio, de tener que pasar más de la mitad de mis vacaciones en galicia con toda su familia... me compensa más lo bueno que lo malo.
    No privaría a mis hijos de relación con sus abuelos, sus primos, de ir a su tierra en vacaciones, a la casa de su padre de toda la vida. Que es lo hace mi hermana, por ejemplo, para no tener que aguantar determinadas cosas de las que yo sí aguanto.

    Perfecto no va a ser nunca nada. Se trata de poner en balanza y ver hacia qué lado se inclina.
    No estaría dispuesta a aguantar una relación en la que no compensara lo bueno, por mucho que quiera que mis hijos tengan padre y madre criándoles bajo el mismo techo.

    Pero compensando lo bueno, creo que hay que hacer el esfuerzo y estar ahí.

    Me veo dentro de unos años, cuando nuestras obligaciones de padres no nos supongan tanto tiempo y esfuerzo - y también grandes alegrías -, retomando muchas cosas que han quedado aparcadas.
    Viajando los dos juntos, riéndonos, cuidándonos. Y solo espero no estar equivocada.
    Ahora también tenemos momentos de salir a cenar juntos, de estar viendo una serie acurrucados en el sofá con una copa de vino, claro que los tenemos, pero son pequeños momentos en medio de la tormenta.

    Me encanta la vida familiar que tenemos ahora, pero reconozco que muchas veces es detrimento de la vida romántica en pareja , no se si me habré explicado bien. No cambio lo que tengo, pero también querría recuperar algunas cosas.

    martes, 7 de marzo de 2017

    Sobre la pequeña de la casa

    La pequeña de la casa, a sus dos años y tres meses, que cumple hoy, nos tiene embobados.

    Me encanta esta foto, muy digna ella llevando la maleta

    Su lengua de trapo genera momentos de muchas risas, porque además ella oye campanas pero no sabe dónde. La última gracia es que cuando se le pide algo que no quiere compartir contesta muy seria: "no, es solo para mayores". El otro día era la hermana, once años mayor que ella, la que la pedía una pintura y le contestaba con tan irrefutable argumento.

    También le encanta contestar rápidamente con un: ¡jesús!, en cuanto oye a alguien estornudar. Es algo que le da mucha alegría.

    Participa del drama familiar: la hermana sigue pillando un piojo que se encuentre despistado a 5 kilómetros a la redonda. Esa facilidad para atraerlos, sumada a su vocación de Rapunzel, arrojan un terrible resultado y muchas horas y dineros invertidos en la noble tarea del despiojado. La pequeña ya le recuerda amablemente que se pase la liendrera y que no le acerque mucho la cabeza: "que pegas piojos a mi".

    El sábado fue la jornada de puertas abiertas en el cole, en el que empezará primero de infantil en septiembre. El cole es el mismo de sus hermanos, y del que soy antigua alumna, así que habíamos pensado no ir, pero en el último momento decidimos pasarnos.

    Qué impresión verla en la que será su clase, jugando y explorando tan contenta. Por ahora la idea de ir al cole, le gusta, a ver cómo es la cosa cuando vea de verdad en lo que consiste el plan. Por ahora tengo las dos experiencias extremas. La hermana mayor que fue feliz desde el primer día, nunca lloró, y siempre fue contenta, si acaso le resultó una experiencia un poco decepcionante porque ella pensaba que la iban a enseñar a leer y como me dijo a la semana de empezar: "mamá, enséñame tú que en el cole solo juguemos y nos peleemos". Ese fue su resumen de primero de infantil. Y lo peor es que igual no iba desencaminada la mujer. Por el contrario el hermano nunca tuvo ganas de ir, esta misma experiencia de ir a ver el cole, fue en medio de llantos desgarrados, y su primer día de clase amaneció con un grito de: "no quiero ir an coleeeeeeeeeeee". Nunca ha sido partidario de la enseñanza reglada, la criatura. Con cinco o seis años, un niño que siempre estaba en su mundo de fantasía, y ya me vino un día preguntando por el home schooling, en perfecta pronunciación el jodío. A saber dónde habría él oído del tema, pero le pareció la idea del siglo.

    Ahora nos falta el desempate con la pequeña, yo creo que se va a parecer más a la mayor, aunque no tan afanada. Es decir, creo que le gustará, pero tampoco va a estar tan deseosa por aprender como estaba mi princesa mayor.

    viernes, 3 de marzo de 2017

    Siempre hemos vivido en el castillo

    Siempre hemos vivido en el castillo, de Shirley Jacson.

    Leí esta entrada de Ro y me picó la curiosidad.



    Al igual que le pasó a ella, lo que más sorprende es que la autora naciera en 1916, ya que la narración tiene un estilo moderno y diferente. De hecho podría ser una película de Tim Burton por ese toque tétrico y poco convencional que tiene.

    Lo que más me ha gustado ha sido el principio de la historia y el final. En el medio he de reconocer que por momentos se me ha hecho un poco pesada. Más que pesada, la palabra sería claustrofóbica, que creo que de hecho es la sensación que busca la autora transmitir.
    Encerradas con el recuerdo de lo que ocurrió sobrevolando sus cabezas, repitiendo menús, conversaciones y situaciones, una y otra vez. Al final se produce un pequeño giro en la historia, algo en lo que no había pensado aunque en realidad era totalmente factible y probable que acabara ocurriendo. Hay trasfondo de locura extravagante, de manías, supersticiones y fobias, de una forma perturbadora y natural a la vez. Hasta las situaciones más desquiciantes son narradas de forma neutra y normal.


    Siempre busco información sobre los escritores que leo, a veces me dejan absolutamente indiferente y en otras ocasiones, su propia biografía suma a la historia de su novela. Este caso pertenece claramente al segundo grupo. Su vida parece digna de una de sus obras.



    Shirley Jackson nació en 1916 en San Francisco y murió a los 48 años de edad de un ataque al corazón mientras dormía. Además de obras para adultos, escribió libros para niños y una serie de relatos breves sobre su experiencia como madre de cuatro hijos (Life Among the Savages and Raising Demons). Por si le sobraba tiempo con sus cuatro criaturas y su trabajo de escritora, además tenía once gatos (¡once!) a los que bautizó con los nombres de las demoníacas jerarquías infernales.
    Hasta aquí ya os habéis percatado de que era una mujer peculiar. Pero ojo, que falta lo mejor. Durante toda su vida padeció neurosis, depresión, ansiedad y agorafobia. En este libro del que os escribo hoy, una de las hermanas protagonistas padece agorafobia, así que supongo que tendrá ciertos aspectos autobiográficos, al menos en el desarrollo de ese tipo de sensaciones claustrofóbicas que consigue transmitir al lector.

    Además, Shirley padecía adicción a las anfetaminas y al alcohol. Un coctel que no ayuda precisamente a ser longeva. En las fotos de los últimos años no parece una mujer de cuarenta y pico años, sino mucho mayor. Y ahora el detalle final de su historia, que a mi me da para mucha elucubración sobre qué pudo ocurrir realmente: su marido se volvió a casar en el mismo año de su muerte. Su nueva esposa era una de sus alumnas, que además compartía clase con su hija pequeña. Truculento.

    martes, 28 de febrero de 2017

    La la land

    De las películas que han optado y ganado Oscar, ésta es de las pocas que he visto y por lo tanto de la que puedo opinar.


    La vimos mi marido, mi hija mayor y yo, y nos gustó mucho a los tres.

    Es un musical, por lo tanto ya por definición va a haber mucha gente a la que no le guste. A mí un musical mal hecho me parece un dolor, pero un buen musical que consigue meterte en el surrealismo que supone el que se líen a cantar y bailar en cualquier momento, me chifla.

    En mi opinión La la land es simplemente una película bonita.
    La música es preciosa, el vestuario, los bailes, la historia… todo es bello.

    Primero leí críticas buenísimas, en plan "es LA PELICULA", y luego malas críticas que decían que era una vuelta a películas ya existentes. Para mí no es ni lo uno ni lo otro. Tiene el mérito de hacerte pasar un buen rato, disfrutando de la estética, el sonido y la belleza. Y no te parezca poco.




    Ahora la película vuelve a las noticias por ese momento bochornoso en el que por error se les dio el Oscar a mejor película que en realidad le correspondía a Moonlight. Hasta los reyes del show business comenten errores, y en este caso de vergüenza ajena.

    Parece ser que a los presentadores  les dieron una tarjeta errónea, que correspondía a la de mejor actriz. Fallo de la empresa encargada del tema sobres, fallo del que lee el sobre que no se dio cuenta de que correspondía a mejor actriz, y también fallo que no lo pararan antes. Hasta que no estuvo el equipo de La la land en el escenario no avisaron del error. Me da vergüenza solo de imaginar la situación.


    el público flipando


    miércoles, 22 de febrero de 2017

    Trilogía del Baztán

    Trilogía del Baztán, escritora: Dolores Redondo.



    Me habían recomendado varias veces esta trilogía, y de hecho, ya la tenía desde hace meses en el ebook, pediente de lectura. Pero el pistoletazo de salida me lo dio el comentario de Lou en la última entrada sobre mis lecturas. He leído los tres libros del tirón.

    La escritora debía tener muy clara la historia desde el principio, porque en dos años, 2013-2014, escribió los tres, que además tienen un nexo en común que confirmas al final. En realidad es la misma historia, contada en tres tiempos:
           El guardián invisible
           Legado en los huesos
           Ofrenda a la tormenta

    La protagonista es la inspectora de homicidios de la Policía Foral de Navarra, una mujer en la treintena, con un pasado familiar complicado, que tiene que volver a su pueblo natal, Elizondo, por una serie de asesinatos de chicas adolescentes, cuyos cadáveres aparecen en los márgenes del río Baztán.

    En la trama se entremezcla la vida personal de la escritora y la profesional. Los casos aparecen ligados con datos de su propia biografía.
    Además, la historia tiene muchos toques de mitología navarra, hay ciertos elementos fantásticos, integrados sin problemas en una historia actual policíaca. Me encantan los detalles costumbristas, que ayudan a conocer más el mundo navarro: su comida, sus expresiones, supersticiones, clima, paisajes… De hecho estoy deseando ir a conocer mejor esas tierras.





    Lectura recomendada.

    sábado, 11 de febrero de 2017

    Estado de situación

    Voy a empezar por la pequeña de la casa, que es la mayor alegría en medio de estos fríos invernales.

    A sus dos años recién cumplidos esta divertida, charlatana y ocurrente. Todas las noches, en ese rato que tenemos cuando los hermanos ya están acostados y ella se resiste a dormir, hace las mayores monerías para entretenernos. Últimamente se pone gafas de sol, siempre del revés, porque dice que así se ve mejor por la noche. Adjunto foto en la que no se la reconoce pero se observa el detalle.



    Ya la hemos retirado el pañal y ha sido todo un éxito. "¡No hago pis encima yoooo!" grita corriendo por el pasillo hacia el baño, cuando ve que si no corre se lo hace.

    Es la mayor fan de Mickey Mouse, su programa favorito es la casa de Mickey Mouse, se queda ensimismada, contesta cuando preguntan, y por supuesto hace la Mickidanza al final del capítulo. Baila cruzando un pie delante del otro imitando a su ídolo para deleite babeante de los que la observamos.

    Sigue con chupete. A los mayores se lo quité a los dos años, con ella me estoy retrasando un poco porque me he hecho más blanda, y porque pienso que son dos días, que lo disfrute. No tengo ese cuadriculamiento que tenía con los dos mayores. Todo ahora lo llevo de forma más relajada, aunque en lo fundamental eduque igual.

    En septiembre empezará el colegio en infantil de 3 años, aunque no los cumpla hasta diciembre. Recuerdo con la mayor la pesadilla que fue elegir colegio y ver que el que te venía bien no iba a entrar. Ahora es otra cosa más que es mil veces más sencillo. Irá al cole de sus hermanos, donde no va a tener problemas para entrar, y ya conocemos lo que supone el cole porque ya va a ser la tercera vez que pasemos por ello. La veteranía es un grado.


    En cuanto al mediano, también conocido como el Niño, nada que añadir a lo que comenté en la última entrada del tema. No estamos en nuestro mejor momento relación madre-hijo. Sacó muy malas notas la primera evaluación, tuvimos que hacer todo un encaje para que pudiera seguir con judo y teatro, que son sus actividades favoritas, y además sacar más tiempo para el estudio. Incluso y en contra de mis principios, contraté un profesor particular para él. Sin embargo, los primeros exámenes de la segunda evaluación están resultando igual de malos que los de la primera.
    Ha pasado de ser un niño de 6 que a veces se quedaba en 5, a sacar una media de 5, pero con varias asignaturas suspensas... Y no las más difíciles, sino las que tiene que estudiar. En fin, solo de escribir sobre el tema, me entristezco, así que paso palabra.

    La niña mayor sigue genial. Ahora mismo preparándose para ir a un partido de baloncesto. Sigue con la gimnasia rítmica, con el piano, y con muy buenas notas. Tiene sus ramalazos de adolescente de 13 años, pero poca cosa. El genio lo ha tenido siempre, pero lo saca poco a relucir. Flipa mucho con la hermanita pequeña y da gusto verlas juntas, porque además cada vez se parecen más.

    Por mi parte ahora mismo estoy con un catarro potente que me pillé hace una semana, y recuperándome de un esguince en el pie derecho. Llegando a la oficina a las 8 de la mañana un día con lluvia, me resbalé de la forma más tonta y me torcí el tobillo. Me pareció que no era nada y aguanté la jornada currando, cuando salí a las 3 ya vi que algo pasaba y me fui a urgencias. Lo que pasaba era un esguince. Porca miseria. Y de fondo mi odio cada vez más visceral al invierno. El frio, los catarros, la lluvia, las doscientas prendas de abrigo que pesan e incordian... arggggg. Qué ganas de que salga el sol, los días sean más largos, podamos salir al campo o ir a pasar el día al club, sin riesgo de congelación o inundación.

    Y nada más por ahora, que seáis felices.




    martes, 10 de enero de 2017

    Ultimas lecturas

    Mis dos últimas lecturas del año han sido:



    Te dejé ir, de Clare Mackintosh. Me ha resultado una lectura muy entretenida y me ha encantado el giro brutal que da la historia y que no te esperas en absoluto. Solo os cuento que se trata de un thriller psicológico que ha cosechado buenas críticas, a las que me sumo.

    Como siempre busco información del escritor del libro, en este caso, me ha sorprendido que se trataba de una primera novela. Antes de ser escritora, Clare fue policía, y además perdió un hijo, estos dos datos autobiográficos impregnan la historia… Por lo que he leído, sus primeros hijos fueron dos gemelos, nacidos en noviembre de 2006. Uno de los dos murió de meningitis semanas después de nacer. Qué espeluznante tiene que ser perder un hijo, no puedo ni imaginarlo. Una cosa curiosa es que quince meses después del nacimiento de sus primeros hijos, volvió a tener gemelas. Solo ha escrito, hasta la fecha, dos libros. Intentaré hacerme con el segundo, a ver si repito la buena experiencia.



    La chica del tren, de Paula Hawkins. La historia empieza bien, me atrapó bastante al principio, pero hacia la mitad del libro, intuí lo que estaba pasando, y el final se me hizo aburrido por lo esperable y por la estructura tan repetitiva en la forma de contar la historia. No sé si fue mala suerte porque se ha convertido en un best seller, del que han hecho película.

    Me gustó el tratamiento del alcoholismo dentro de la historia. En general el tema adicciones me despierta siempre curiosidad morbosa y miedo. Esa delgada línea entre ser bebedor y alcohólico, y qué puede hacerte pasar de un lado al otro. A mí personalmente, me aterroriza verme adicta a lo que sea, que haya algo que se impone sobre mí y que anule mi poder de decisión.

     

    domingo, 8 de enero de 2017

    Propósitos


    Las Navidades han volado, como últimamente me ocurre con los días, semanas y meses. El tiempo se me escapa de las manos.

    Empecé las Navidades muy cansada y teniendo que hacer un esfuerzo para disfrutarlas, porque por primera vez, mi espíritu navideño brillaba por su ausencia. Sin embargo, conseguí entrar en la onda y pasarlo bien. Las navidades con niños son alegría, por mucho que tu lado ÑU intente salir a flote.

    He vuelto de las vacaciones igual de cansada que las empecé, con muchísimo sueño todo el tiempo, pero con ilusión por este nuevo año que empieza. Los últimos años no he hecho lista de propósitos, de hecho mi objetivo era no tener propósito ninguno. Pero este año sí necesito motivarme con algunas cositas:
  • Cuidarme más. Comer menos y de forma más consciente. Intentar no compensar cansancio y nervios con la comida, que es algo que este último año he hecho demasiado. No soy nada autoexigente con mi físico y este año la cosa tiene que cambiar. En septiembre la pequeña de la casa empezará el cole y me tocará asistir a las reuniones de infantil en las que a los padres nos sientan en esas mini sillas con las rodillas casi en las orejas. Quiero pasar ese trance como mínimo con la misma dignidad que lo hice con sus dos hermanos mayores, cuando pesaba mil kilos menos que ahora.
  • Dormir más. Siempre acabo acostándome tarde y como entro a trabajar a las 8, duermo menos de lo que necesitaría. Voy acumulando sueño, a veces porque no lo puedo evitar porque la pequeña nos da mala noche, y otras porque soy yo misma la que me boicoteo durmiendo de menos. Capón para mí y que no se vuelva a repetir.
  • Tomarme todo con mucha más tranquilidad. Demasiadas veces vivo pequeñas complicaciones del día a día, ya sean de temas laborales, familiares, personales… como si fueran algo más importante de lo que son. Luego pasa el tiempo y te preguntas dónde quedó eso que te preocupaba tanto. Pocas cosas superan la prueba del paso del tiempo y es absurdo que te hayan amargado tanto.
  • Cuidar más la relación de pareja. Llevamos juntos más de veinte años y es tentador entrar en rutina, ofenderte por cosas que han ido pasando, no perdonar, dejarte llevar por las obligaciones cotidianas y no buscar tiempo para nosotros dos solos. Otro punto importante que tiene que cambiar este año es éste, ¡arriba el amor!.
  • Encontrar más tiempo para hacer las cosas que me gustan: leer más, ir al cine, salir a cenar, escribir en el blog.
    Aquí os dejo de testigo de mis propósitos, para que no me olvide.
    Un beso y feliz año