lunes, 14 de julio de 2014

Aniversarios varios

Me acabo de fijar en que este blog cumplió dos años en Junio, y ¡no me di cuenta!. Qué desastre de bloguera, una cosa es que no me meta en saraos de sorteos, que eso va a ser que no, y otra que ni siquiera lo recuerde.

Aprovecho ahora para contároslo y daros las gracias a todos los que pasáis por aquí, especialmente a los que dejáis comentarios, ¡qué me gusta a mí un comentario!. A pesar de lo desatendido que lo tengo últimamente, sigue siendo motivo de alegría, un espacio de libertad total, en el que un día cuento anécdotas y otro hablo de un libro, sin guión, sin obligaciones… un gustazo. Creo que tener un blog profesional y vivir de él no debe molar ni la mitad, tendrá otras ventajas claro, pero los compromisos y obligaciones acaban pervirtiendo la esencia original de las cosas.

Además ayer estuve de aniversario de boda, doce años casados, a los que si sumamos el noviazgo previo de ocho años que iniciamos en la universidad, resulta que llevo casi media vida con mi marido. Soy muy afortunada. En estas cosas del corazón, hay poco en mano de uno. Además, si ese día no hubiera ido a esa fiesta en la que nos conocimos hoy no tendría la vida que tengo. Todo es tan casual que da vértigo. Algún día tengo que escribir sobre mis teorías de lo poco que está en nuestra mano casi todo lo importante la vida.

Para completar la ronda de aniversarios, el 31 de julio es mi cumpleaños y el 5 de agosto es el de mi hija, somos un par de leos de pura cepa.
Me encantan los cumpleaños. Sigue sin pesarme el hacerme mayor, debe estar al caer una crisis de esas tan comunes, pero por ahora, sigo alegrándome de cumplir años ya que tengo bien presente que la alternativa sería estar muerta. Claro que me noto muy distinta en muchas cosas, y muy igual a la de siempre en otras, pero en general no me siento mayor.
Los cumples de mis hijos me ponen tontorrona de nostalgia, por lo rápido que pasa todo, pero es más alegría que tontería, así que el balance sigue siendo positivo. Yo querría tener un mando como el de la tele para rebobinar a esos momentos tan bonicos y que pasan tan rápido, a veces no te das ni cuenta de lo re-bonicos que son cuando los estás viviendo. Y con ese mismo mando pasas rápido esos otros momentos horribles de angustia y de incertidumbre que conlleva la maternidad. No me digáis que no molaría mi mando.
Poco más, está quedando una entrada muy breve, escribo poco últimamente, creo que hay varios motivos, pero el principal es que no tengo mucho que contar, al llevar dos años dando guerra, las actividades típicas de estos meses ya las he contado varias veces (algunos ejemplos aquí y aquí). Aún así siempre se puede contar algo, o teorías propias, pero estoy perezosilla, y como decía más arriba, me encanta no sentirme obligada a publicar nada. Solo escribo exactamente cuándo y lo que quiero, eso no tiene precio.

martes, 1 de julio de 2014

Vacaciones y frasecitas de mis hijos

Acabamos de volver de diez días de sol, playa y descanso.
Han sido muy buenas vacaciones, pero no tanto como suelen serlo. Hay que tener en cuenta que yo parto de un listón muy alto, porque tengo el don de vacacionear bien. Es lo que más me gusta del mundo y siempre lo disfruto. No creáis que es lo normal, no, que se yo de mucha gente que sale de su casa y echa de menos su colchón, añora su rutina, se aburre, le sobran horas de exposición familiar… A mí nunca me  pasa nada de eso. Estar de vacaciones es mi estado ideal.
En mi vida laboral soy muy afanada, ese maldito sentido de la responsabilidad que me inculcaron me mata. Hace que me tome muy en serio mi trabajo, que haga cursos, y que no pare. Esa actitud confunde a mucha gente que se piensa que es que yo soy así y que me va ese ritmo. Error. Es todo fachada. A mí lo que me gusta es estar de vacaciones sin horarios, ni obligaciones, ni cargo de conciencia por no hacer lo que tengo que hacer, que vacaciones es NADA.

A lo que iba: han sido muy buenas vacaciones, para la mayoría de los mortales habrían sido de sobresaliente, pero para mi ranking personal, no lo han sido del todo.
Principalmente porque estoy raruna, agilipoyá también se puede decir. No me quito una sombra de preocupación de fondo en mi cabeza. Será hormonal, será la edad, será que desaprendemos con los años, será que me ha faltado el tinto de verano… ¿qué será?... Además ha habido pequeños incidentes, de esos que no son nada pero dan por c. A saber:
- La niña se cae de un árbol al que trepaba en bañador, se raspa y concretamente se hace una herida en la cara interior del brazo no se cura ni pa tras. También es verdad que se ha estado bañando y haciendo vida de playa, que no debe ayudar a que eso cicatrice bien.
- La niña se coge piojos y me los pasa solidariamente.
- Al niño le pican dos mosquitos que le han dado reacción a lo bestia, la de la farmacia nos mandó a urgencias donde le mandaron un antiestamínico y una pomada. No quiero pensar si en lugar de dos le pican algunos más.
- La niña empieza con dolores de tripa y cabeza. Después de un minucioso interrogatorio confiesa estreñimiento de 4 días. La niña lleva el tema de sus cacas con más misterio que los expedientes TOP SECRET de la CIA. Borra sus propias pistas y oculta datos hasta que no queda más remedio que confesar. Muy raro.
Aquí lo dejo pero ha habido alguna cosilla más.

Leí hace poco una frase  de Michel Montaigne que decía: “mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron”. Esa soy yo en los últimos meses. Más que lo que pasa es lo que no pasa y yo imagino.

Sobre lo bueno, hay mucho que decir:
- No tener horarios ni obligaciones preestablecidas.
- Levantarse cuando ya has dormido suficiente
- Comer cosas ricas
- Salir a cenar los cuatro juntos arregladitos, con buen color tras un día de playa y bien encremados.
- Ver a mis hijos construyendo castillos, saltando olas, cogiendo tesoros marinos…
- Babear viendo a mis hijos hacer windsurf. Es el segundo año que reciben clases y es alucinante cómo lo hacen de bien a sus 9 y 10 añitos.
….

Además los niños han estado muy ocurrentes, me ha dado para recopilar alguna frasecita de las suyas, así que esto cuenta como un “Sobre mis hijos”:
Estábamos todos tranquilamente sin hablar ni de estudios ni de jubilación y de pronto el niño dice:
- Yo cuando me jubile voy a estudiar ciencias naturales
Pasmo en los tres que le escuchábamos, porque es sabido que su pasión es la naturaleza, pero ¿por qué dejar su estudio hasta la jubilación?, así que tras varios pestañeos y miradas perplejas me animo yo a preguntar
- ¿Y antes de la jubilación?? ¿No vas a estudiar nada?
- Seguramente física elemental
Más pasmo si cabe. Este ya os digo yo que no sabe lo que es la física, porque en cuarto de primaria con saber dividir van que chutan. Ha debido de oírlo en algún sitio y el concepto “elemental” le ha molado. En ese momento de desconcierto ninguno pedimos aclaraciones, pero lo mejor es que se lo cuento a mi madre por teléfono y me dice que claro, que lo entiende perfectamente, porque él ha visto a sus abuelos que tienen mucho tiempo libre, y habrá pensado que los estudios gordos los deja para ese momento y de joven con lo elemental va sobrado. Ahí lo llevas madre, quién te ha visto y quién te ve.

La niña en un momento de esos de dolce far niente de pronto nos dice:
- A mi si hay una pareja que me cae mal pero mal son Adan y Eva. Pensar que podríamos estar así todo el día en plan paraíso, y que no puede ser por su culpa… - el hermano la anima diciendo que sí, que a él también le caen de pena, pero ella misma se matiza – Claro que también te digo que si no hubieran sido ellos habrían aparecido una pandilla de adolescentes y para hacer la gracia se habrían comido la manzanita…

Ella a los “adolescentes”, así como grupo, les tiene mucha tirria, desde bien pequeña. Lo que me sorprende es que lo mantenga ya que le queda poco para entrar en esa categoría. Un día este invierno iban una pandilla haciendo el tonto, empujándose, pegando grititos, diciendo chorradas a gritos, me miró horrorizada y me preguntó:
- Mamá, ¿yo seré como ellos?
- ¡Qué dices, para nada!!, a esos seguro que se les vería la absurdez desde los tres añitos
- Uf, menos mal.
Pobre, la tengo que animar aunque no me lo crea ni yo.

En otro momento de estas vacaciones, la niña que es muy fan de su padre, me dijo: “Mamá, qué bien elegiste marido porque papá es majísimo. Yo me voy a buscar uno igual pero sin entradas”.